Humanistas, pero siempre Cristianos
por Fabián Mella Olivos, Estudiante Derecho UDP.
i. Introducción
En 2007, el Partido Demócrata Cristiano habrá cumplido 50 años de existencia . Medio siglo lleno de altos y bajos, reveces y derechos, con períodos difíciles para sus militantes y otros un poco más felices. 50 años en que el partido de la flecha roja ha definido en parte importante el rumbo del país. Pero a estos 50 años hay que sumarle unos cuantos más, pues la historia del partido retrocede al menos a la década del 30, ya que pueden encontrarse sus antecedentes en la Falange Nacional, y aún más atrás en el Partido Conservador, más concretamente en el Movimiento Nacional de la Juventud Conservadora.
Pero no estamos aquí para realizar un estudio histórico del Partido, sino para analizar y hacer un juicio crítico con esos antecedentes, más la doctrina esencial y natural del PDC, su actuar en los últimos 15 años y su alianza con movimientos de corte izquierdista –renovados claro está, pero izquierda al fin y al cabo- que en principio se contraponen a la esencia misma del Cristianismo llevado a la acción política.
Para lograr el objetivo propuesto, trataremos de responder a 3 preguntas básicas, pues por razones meramente espaciales, hemos de hacer simplificaciones que no necesariamente deberían hacerse, dichas interrogantes son: a) ¿En qué se basa la doctrina del Partido Demócrata Cristiano?; b) ¿Es posible compatibilizar en un programa de gobierno –tanto en su aspecto formal y práctico- la doctrina del PDC con la de grupos que no tienen dicha ideología?; c) ¿Qué tanta concordancia existe entre lo postulado por el PDC y el pensar y actuar de sus militantes (considerando a sus líderes, militantes y simpatizantes)?.
Con bastante humildad se tratará de satisfacer a las anteriores cuestiones y dar una respuesta global con proyecciones futuras, que si bien es difícil que surja efecto alguno, existe la esperanza de este autor, de que al menos permita abrir un debate que no es nuevos, pero que para algunos democristianos, ya esta resuelto, no en lo formal, pero sí claramente en su actuar.
Como ya se indicó más arriba, el PDC surge del viejo Partido Conservador, con una verdadera “revolución” juvenil dentro de sus filas, que inspirada especialmente por las Encíclicas Sociales de la Iglesia Católica -en particular la RERUM NOVARUM - , toma banderas de luchas sociales, denuncia los males de las clases oprimidas y decide actuar en ámbitos que antes no eran vitales para la vieja clase política chilena. Esta “revolución” no es en ningún término marxista o armada, es un movimiento esencialmente rebelado, pero con características propias. Tomando un frase de Charles Peguy, los jóvenes del Movimiento Nacional de la Juventud Conservadora (justo al tiempo de conformar la Falange nacional) definieron su grupo de acción y métodos de lucha de la siguiente forma “nuestro movimiento, el único auténticamente revolucionario en esta hora política, será un revolución a la manera cristiana, o no lo será” . Existe entonces la convicción en la juventud rebelde, de cambiar las cosas, de actuar de manera diferente, de avanzar socialmente, pero siempre teniendo a la vista al Cristianismo como motor de esa lucha, pues o es de “manera cristiana”, o simplemente no es.
Surgirá la pregunta acerca de cómo se aplica al Cristianismo en la acción política y social, y para ello se usa de guía maestra al gran filósofo francés Jaques Maritain . El filósofo (J.M.) configura con gran maestría un método de acción política puramente cristiano, más propiamente tal “Humanista Cristiano”, denunciando primero la gran “crisis de nuestra civilización”, el grosero “engaño del marxismo y del racismo” y planteando la idea de una “Nueva Civilización Cristiana” que inserta en un mundo secular, da valor a lo verdaderamente esencial, lo trascendente, lo espiritual, en palabras de Maritain puede decirse “La nueva era del cristianismo, si es que ha de sobrevenir, será una era de ajuste de aquello que fue separado; será la época de una civilización cristiana `secular´, en la que las cosas temporales, la razón filosófica y científica y la sociedad civil gocen de autonomía y al mismo tiempo reconozcan el papel animador e inspirador de desempeñan desde su plano superior las cosas espirituales, la fe religiosa y la Iglesia”.
Si bien puede catalogarse de pura filosofía abstracta, es justamente esta concepción del hombre y de la sociedad, la que lleva a actuar de manera distinta a otros grupos políticos, pues el método debe ser siempre Cristiano, lo cual implica aplicar necesariamente los principios y valores del Evangelio –para no remitirnos necesariamente a la Iglesia- al acción política, descartando de plano todo aquello que contravenga este precepto fundamental y por cierto fundacional. Pero para no hacernos demasiados extensivos en este brevísimo ensayo, hemos de responder a otra pregunta ¿En qué se traduce todo esto?, ¿Cómo se concreta el Cristianismo en la política?.
Se concreta en tener a la vista siempre, y como elementos superiores e inspiradores, los valores que del Cristianismo pueden desprenderse:
Pero no estamos aquí para realizar un estudio histórico del Partido, sino para analizar y hacer un juicio crítico con esos antecedentes, más la doctrina esencial y natural del PDC, su actuar en los últimos 15 años y su alianza con movimientos de corte izquierdista –renovados claro está, pero izquierda al fin y al cabo- que en principio se contraponen a la esencia misma del Cristianismo llevado a la acción política.
Para lograr el objetivo propuesto, trataremos de responder a 3 preguntas básicas, pues por razones meramente espaciales, hemos de hacer simplificaciones que no necesariamente deberían hacerse, dichas interrogantes son: a) ¿En qué se basa la doctrina del Partido Demócrata Cristiano?; b) ¿Es posible compatibilizar en un programa de gobierno –tanto en su aspecto formal y práctico- la doctrina del PDC con la de grupos que no tienen dicha ideología?; c) ¿Qué tanta concordancia existe entre lo postulado por el PDC y el pensar y actuar de sus militantes (considerando a sus líderes, militantes y simpatizantes)?.
Con bastante humildad se tratará de satisfacer a las anteriores cuestiones y dar una respuesta global con proyecciones futuras, que si bien es difícil que surja efecto alguno, existe la esperanza de este autor, de que al menos permita abrir un debate que no es nuevos, pero que para algunos democristianos, ya esta resuelto, no en lo formal, pero sí claramente en su actuar.
A. Doctrina Demócrata Cristiana en relación al Cristianismo.
Como ya se indicó más arriba, el PDC surge del viejo Partido Conservador, con una verdadera “revolución” juvenil dentro de sus filas, que inspirada especialmente por las Encíclicas Sociales de la Iglesia Católica -en particular la RERUM NOVARUM - , toma banderas de luchas sociales, denuncia los males de las clases oprimidas y decide actuar en ámbitos que antes no eran vitales para la vieja clase política chilena. Esta “revolución” no es en ningún término marxista o armada, es un movimiento esencialmente rebelado, pero con características propias. Tomando un frase de Charles Peguy, los jóvenes del Movimiento Nacional de la Juventud Conservadora (justo al tiempo de conformar la Falange nacional) definieron su grupo de acción y métodos de lucha de la siguiente forma “nuestro movimiento, el único auténticamente revolucionario en esta hora política, será un revolución a la manera cristiana, o no lo será” . Existe entonces la convicción en la juventud rebelde, de cambiar las cosas, de actuar de manera diferente, de avanzar socialmente, pero siempre teniendo a la vista al Cristianismo como motor de esa lucha, pues o es de “manera cristiana”, o simplemente no es.
Surgirá la pregunta acerca de cómo se aplica al Cristianismo en la acción política y social, y para ello se usa de guía maestra al gran filósofo francés Jaques Maritain . El filósofo (J.M.) configura con gran maestría un método de acción política puramente cristiano, más propiamente tal “Humanista Cristiano”, denunciando primero la gran “crisis de nuestra civilización”, el grosero “engaño del marxismo y del racismo” y planteando la idea de una “Nueva Civilización Cristiana” que inserta en un mundo secular, da valor a lo verdaderamente esencial, lo trascendente, lo espiritual, en palabras de Maritain puede decirse “La nueva era del cristianismo, si es que ha de sobrevenir, será una era de ajuste de aquello que fue separado; será la época de una civilización cristiana `secular´, en la que las cosas temporales, la razón filosófica y científica y la sociedad civil gocen de autonomía y al mismo tiempo reconozcan el papel animador e inspirador de desempeñan desde su plano superior las cosas espirituales, la fe religiosa y la Iglesia”.
Si bien puede catalogarse de pura filosofía abstracta, es justamente esta concepción del hombre y de la sociedad, la que lleva a actuar de manera distinta a otros grupos políticos, pues el método debe ser siempre Cristiano, lo cual implica aplicar necesariamente los principios y valores del Evangelio –para no remitirnos necesariamente a la Iglesia- al acción política, descartando de plano todo aquello que contravenga este precepto fundamental y por cierto fundacional. Pero para no hacernos demasiados extensivos en este brevísimo ensayo, hemos de responder a otra pregunta ¿En qué se traduce todo esto?, ¿Cómo se concreta el Cristianismo en la política?.
Se concreta en tener a la vista siempre, y como elementos superiores e inspiradores, los valores que del Cristianismo pueden desprenderse:
- Respeto a la Vida Humana por sobre todas las cosas: Protegiéndola, fomentándola, denunciando los hechos que atenten contra ella, rechazando todo acto que afectare esto que es un Derecho Fundamental del hombre. Más concretamente, rechazando la pena de muerte, la tortura, el aborto en todas sus formas (incluyendo la pastilla del día después), etc.
- Promoción y defensa de la familia: La familia es el núcleo fundamental de toda sociedad, es la comunidad básica y primigenia donde se ha de desarrollar todo ser humano, es anterior al Estado y este debe protegerla. Debe rechazarse todo acto, hecho u omisión que comprometa el desarrollo de esta. Pero no cualquier familia, pues si bien el Cristianismo ampara y protege a grupos de personas que viven en común, la promoción que debe hacerse es de la familia Cristiana, aquella que se funda en el Matrimonio entre un Hombre y una Mujer y cuyo objetivo es mantener y la especie y desarrollar la sociedad toda. Se rechaza entonces el divorcio, las uniones homosexuales, el impedimento a educar a los hijos según las convicciones de sus padres, etc.
- Auxilio a los pobres: Debe siempre actuarse en consideración al hermano más necesitado, pues Cristo llama a ser solidarios, y ayudar a quien lo necesita.
- Respeto por el trabajador: Respeto a los trabajadores, no explotándolos, exigiendo una remuneración justa, permitiendo y fomentando que se les de un adecuado descanso etc.
- Propiedad Privada: Defendiendo la Propiedad Privada como uno de los derechos fundamentales que emanan de la naturaleza humana, y que sin este principio básico se esclaviza al hombre al arbitrio y volunta de otro, desviando el libre albedrío natural.
- Promoción de lo Espiritual: Debe realizarse una promoción por el desarrollo espiritual del Hombre, pues el objetivo y naturaleza humana es Trascendente, y no puede quedarse el Estado en meras concesiones materiales, pues esto condenaría al hombre a la codicia inmanente, lo que es contrario al Humanismo Cristiano.
- Promover la Dignidad del Hombre: Promover y respetar siempre la dignidad del Hombre, para esto debe resguardar sus derechos, fomentarlos y garantizarlos, permitiendo que en caso de violación exista una mecanismo que enmendé dicha situación.
Podría enumerarse un sinnúmero de otros principios y actos que obliga el ser Cristiano, pero como ya lo hemos señalado, por motivos de extensión, no han de indicarse mas que unos pocos.
El respeto de estos principios, debe ser tanto en la acción como en la omisión, y desde todo rincón y lugar donde se tenga oportunidad, pues el ser Cristiano, o en este caso Democristiano, es un estilo de vida y da un valor distintivo frente al resto. No puede por ejemplo argumentarse que es deber promover dicha ley X, contraria a algún valor Cristiano, pues el puesto de legislador debe atender al bien común incluso de los no cristianos, pues la condición de seguidor de Cristo no puede ser suspensiva, es constante. No puede como quien deja su sombrero en la puerta, dejar fuera del debate los valores esenciales que debe defender.
El problema que se suscita es como convencer a aquellos que no creen en Cristo, la respuesta, y que no analizaremos aquí, es aquella que responde a la Naturaleza del Hombre, pues sin importar si se es Cristiano, Judío, Musulmán o ateo, la naturaleza es la misma para todos, como decía Aristóteles, es como “el fuego que quema tanto aquí como en Persia”.
Con esto y simplificando de sobremanera, cerramos esta sección, señalando que la Democracia Cristiana tiene en el Humanismo Cristiano su base ideológica y su doctrina, tanto histórica como programática, y que rechazar o alejar al Cristianismo de si misma, es un acto atentatorio a su propia esencia y naturaleza.
Debe señalarse por cierto, que el hecho de ser un partido de inspiración Cristiana no obliga a sus miembros y simpatizantes a profesar alguna religión de esta índole, sino que basta con el compartir en el hecho dichos valores, sin importar que crean o no en que la fuente de ellos es la Revelación Divina expresada en los Evangelios.
B. Compatibilización de los principios Democristianos, en un programa de gobierno, con los de aquellos grupo que no comparten su ideología.
En los últimos 20 años, la DC, ha desarrollado o al menos ha intentado desarrollar un proyecto político, con miras al desarrollo del país, trabajando activa y estrechamente con una serie de grupos no cristianos. En los últimos 16 años, este trabajo ha sido a nivel de Gobierno, ya sea presidiéndolo (Patricio Aylwin – Eduardo Frei R-T.) o colaborando en él (Ricardo Lagos, Michelle Bachelet), para la cual esta inserta en el pacto político “Concertación Democrática” (antigua Concertación de partidos por la democracia), en la que sus partidos principales son: el Partido Socialista, el Partido Por la Democracia, el Partido Radical Social Demócrata y el PDC.
En una primera y simplista mirada, la DC sí ha podido compatibilizar en cierta medida sus valores con los de otros grupos no cristianos....ahora bien, ¿qué sucede si esos grupos no son solamente no cristianos, sino que chocan con principios esenciales del cristianismo, base esencial, fundacional y motora de la ideología democratacristiana?. Sucede lo que sucede hoy. Un partido Demócrata Cristiano disminuido, con un papel secundario, alejado de sus propios valores y principios, promoviendo a través de actos u omisiones, la destrucción de la familia (Ignacio Walker y Mariana Aylwin diputados DC, promotores de la nueva Ley de Matrimonio Civil que incluye el divorcio vincular ), el no respeto a la vida, el fomento al hombre como ser materialista, etc. Muchos otros ejemplos se pueden dar, de cómo en una coalición de izquierda materialista de corte agnóstico, la DC no puede llevar a cabo su programa, y más aún, sometida ante el Gobierno de un Presidente o Presidenta Socialista, debe simplemente someterse a la decisión de alguien que cree que el Cristianismo sirve solo en la medida que auxilia al secularismo materialista.
Largo podríamos hablar de esto, mas no lo haremos, y nos limitaremos a finalizar esta brevísima sección recurriendo a dicha frase clásica “Cría cuervos, y te comeran los ojos”....Ayuda al socialismo y quedate sin valores trascendentes.
C. Concordancia entre los postulados del PDC y los de sus Militantes (Líderes, representantes, militantes y simpatizantes
Podríamos cerrar rápidamente este punto indicando que existe la misma concordancia que entre el actuar de los católicos y lo señalado por la Iglesia, pero trataremos –conservando el poco espacio que nos va quedando- de extendernos un poco más.
Existe tal discordancia entre lo que es la base fundamental del PDC y sus miembros, que ha llevado incluso a cambiar parte de la doctrina misma del PDC, renegando a su esencia misma, luchando contra su corriente natural, desvirtuando su Ser. Esta discordancia no solo se presenta a nivel doctrinal e ideológico, sino que también a nivel de práctica política, pues desenmascarando todo tipo de censuras internas, hemos de señalar con toda propiedad, que el modo de actuar en la vida política de muchos líderes y militantes democristianos, se aleja en 180º de los valores cristianos y valores humanistas.
Existen hombres y mujeres decés que no sirven más que de mal ejemplo y no son más que focos de alejamiento de la sociedad en torno al Partido; luchas internas sin sentido y vergonzosas, que ya en el pasado han producido el quiebre de la Democracia Cristiana; elecciones internas que no sirven más que de vitrina del horror para todo el electorado nacional; ha sucedido que muchas veces la Democracia Cristiana se ha convertido en el escenario por donde payasos, matones, corruptos y aprovechadotes se trenzan a golpes, mientras otro grupo –el mayoritario, pero el menos ruidoso- intenta tapar con cortinas este triste espectáculo y levantar ese espíritu demócrata, ese espíritu cristiano.
Lo peor, es que los mismos jóvenes poco saben de doctrina Demócrata Cristiana, de su ideología, de su historia –incluida la acérrima oposición al Gobierno de la UP-, de su marcada oposición al Marxismo y al Fascismo, de sus valores y principios...todo esto los lleva a caer en equivocaciones, a confundirse sin distinción entre juventudes autodenominadas “progresitas”, a ser complices de la denigración del ser humano, a ser animados partícpes de vendedores de sueños. Esos jóvenes que olvidaron que Frei Monatlva fue Presidente de la Juventud Católica, y que planteaba una revolución en Libertad, y que olvidaron que fue el Cristianismo lo que obligó a ser oposición acérrima a Pinochet, no la condición de “democráticos”.
Seguiríamos dando ejemplos, citas, casos, y muchos otros argumentos, mas lo dejamos hasta aquí para movilizar el pensar de los lectores.
D. Conclusión
La Democracia Cristiana, durante los Gobiernos de la Concertación, se ha alejado profundamente de sus valores cristianos, los que constituyen el fundamento de su Ser, por lo mismo dentro de una coalición de izquierda materialista, que además es mayoritaria dentro del pacto, no le queda al Partido, más que agachar la cabeza y esconderse de los gritos, los saltos y risotadas de quienes no solo no comparten los valores Humanista Cristianos, sino que se oponen y defienden a rajatabla su destrucción, claro esta de una maneta sutil y medianamente inteligente.
El desconocimiento y alejamiento de los militantes del partido en relación a la doctrina inspiradora de la DC, destacando por cierto al Cristianismo, ha llevado a esta gravísima situación, que ha obligado a grupos internos a llamar a una “reconstrucción del partido”, pues lógicamente, si este Partido se aleja de lo que lo llevo a su mayor éxito histórico, no solo no lográ concitar a más gente, sino que aleja a la que por mucho tiempo le fue fiel. Encontramos entonces en esto, la mayor de las causas del continuo decaimiento de la votación y apoyo popular de la Democracia Cristiana.
Para resolver tan complicada situación, debe aprovecharse la coyuntura histórica, y levantar nuevamente ese cristianismo olvidado, escondido, guardado por mucho tiempo...leer a Maritain de nuevo, a Claudio Orrego, difundir las encíclicas Papales, y fomentar la trascendencia del hombre...en fin, despertar del letargo y encomendándose a Dios Todopoderoso, convocar a hombres y mujeres de buena voluntad, con espíritu de entrega y servicio público, a actuar no solo como grandes Humanistas defensores de la Vida y de los pobres, sino que como almas libertarias que actúan en la política, pero siempre con una mirada profunda Cristiana.
“Por largo tiempo hemos corrido tras la justicia y la libertad olvidando que sus fuentes nos fueron mostradas en el Sermón de la Montaña”. Jacques Maritain
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