Como nos ven...
El 4 de agosto de 2006, la DC inauguró su Congreso Nacional, de la mejor forma imaginable: sentándose a escuchar lo que “otros”, piensan y esperan del partido. A continuación, unas cuantas ideas que vale la pena rescatar…
Benito Baranda, nos invitó a cuestionarnos si realmente somos un único partido, si tenemos, a estas alturas, un único fundamento, si es un partido en el que se puede participar realmente, si está vivo, si aún conserva el deseo de justicia y equidad de sus orígenes. Compartió también su visión actual de partido: una DC desgastada, poco dedicada al país y distante de la comunidad. Y nos expresó sus esperanzas: una DC cercana a la comunidad, abierta a la renovación, con sentido de cuerpo y una DC que recupere la vida interior de sus miembros y la vida de comunidad.
César Barros nos mostró su visión de la DC desde el pequeño y mediano empresario … una DC alejada de aquel grupo al que tal vez de mejor forma podría representar: la clase media empresarial … esa clase que, a su vez, en la política partidista de hoy, no encuentra a su genuino referente. Desde su compromiso empresarial, nos llamó a no dejarnos influir tan fuertemente por las posturas del bloque PS/PPD, en la votación de medidas que perjudican a las PYMEs, y a cuadrarse con éstas que, en definitiva son las que entregan la mayor cantidad de empleo que se requiere para hacer realidad los sueños de justicia social. Finalmente, nos llamó a confiar en los pequeños y medianos empresarios, porque éstos comparten la misma preocupación por el bien del trabajador.
Matías del Río, nos hizo reír con una caricatura del “ser demo”, que, sin embargo permitió mirarnos, como frente a un espejo, en aquello que a veces nos inmoviliza y no nos permite emprender: lo que él llamó la “sobrevaloración de la austeridad”. Su visión de la DC hoy, como “agencia de empleo”, dejó algo mudos a los participantes, pero a la vez introdujo la reflexión hacia la búsqueda de lo que realmente la mueve y realmente le importa. Sus expectativas … una DC con más arrojo, más arriesgada: sin miedo a emprender... una DC que deje de visualizar el emprendimiento como un antivalor.
Sol Serrano, trajo a la memoria los orígenes del partido, para rescatar su esencia: un punto de articulación de valores en tensión y, entre ellos, algunos centrales que tal vez agrupan a muchos otros: cristianismo vs. modernidad; igualdad vs. Libertad. Su visión de la DC hoy, es en contraposición con esa derecha de los orígenes de la falange: “lo que distingue a la DC de la derecha es su relación con el dinero”, los democratacristianos tienen una actitud más mesurada frente al dinero, rescatando esa “sobrevaloración de la austeridad” mencionada por Matías del Río, como un valor positivo. Finalmente, su invitación es a que nos hagamos una pregunta profunda e íntima que, muchas veces como seres individuales nos cuesta hacernos: ¿dónde está el dolor de la DC?
Felipe Berríos fue el encargado recordarnos que, así como otras generaciones supieron la diferencia entre la “caca” y el pañal (y podían botar la caca y lavar y reocupar el pañal), estas generaciones debían aprender esa diferencia y valorar a las instituciones por lo que son en sí mismas, independientemente de “lo que contienen”. En esta cultura de lo desechable, las instituciones están siendo percibidas también como desechables y lo grave de ello radica en que son los más necesitados quienes sufrirán los efectos de un país sin instituciones confiables. Por ende, es deber de la democracia cristiana, como partido comprometido con los más necesitados, fortalecer las instituciones sociales. Nos llamó también a no transformar los problemas políticos en problemas morales y viceversa y a preocuparnos por uno de los problemas morales más graves de nuestro país: la injusticia social. Su última estocada revitalizadora fue un llamado a no confundir el pluralismo con la ambigüedad y a hacernos cargo de nuestro “apellido” de cristianos. La DC debe tener una experiencia profunda de Jesucristo, volver a sus orígenes, definir qué significa ser cristiano en el mundo de hoy y ser consecuente: “aunque ganen menos, aunque pierdan votos y aunque les apaguen las cámaras de televisión”
Benito Baranda, nos invitó a cuestionarnos si realmente somos un único partido, si tenemos, a estas alturas, un único fundamento, si es un partido en el que se puede participar realmente, si está vivo, si aún conserva el deseo de justicia y equidad de sus orígenes. Compartió también su visión actual de partido: una DC desgastada, poco dedicada al país y distante de la comunidad. Y nos expresó sus esperanzas: una DC cercana a la comunidad, abierta a la renovación, con sentido de cuerpo y una DC que recupere la vida interior de sus miembros y la vida de comunidad.
César Barros nos mostró su visión de la DC desde el pequeño y mediano empresario … una DC alejada de aquel grupo al que tal vez de mejor forma podría representar: la clase media empresarial … esa clase que, a su vez, en la política partidista de hoy, no encuentra a su genuino referente. Desde su compromiso empresarial, nos llamó a no dejarnos influir tan fuertemente por las posturas del bloque PS/PPD, en la votación de medidas que perjudican a las PYMEs, y a cuadrarse con éstas que, en definitiva son las que entregan la mayor cantidad de empleo que se requiere para hacer realidad los sueños de justicia social. Finalmente, nos llamó a confiar en los pequeños y medianos empresarios, porque éstos comparten la misma preocupación por el bien del trabajador.
Matías del Río, nos hizo reír con una caricatura del “ser demo”, que, sin embargo permitió mirarnos, como frente a un espejo, en aquello que a veces nos inmoviliza y no nos permite emprender: lo que él llamó la “sobrevaloración de la austeridad”. Su visión de la DC hoy, como “agencia de empleo”, dejó algo mudos a los participantes, pero a la vez introdujo la reflexión hacia la búsqueda de lo que realmente la mueve y realmente le importa. Sus expectativas … una DC con más arrojo, más arriesgada: sin miedo a emprender... una DC que deje de visualizar el emprendimiento como un antivalor.
Sol Serrano, trajo a la memoria los orígenes del partido, para rescatar su esencia: un punto de articulación de valores en tensión y, entre ellos, algunos centrales que tal vez agrupan a muchos otros: cristianismo vs. modernidad; igualdad vs. Libertad. Su visión de la DC hoy, es en contraposición con esa derecha de los orígenes de la falange: “lo que distingue a la DC de la derecha es su relación con el dinero”, los democratacristianos tienen una actitud más mesurada frente al dinero, rescatando esa “sobrevaloración de la austeridad” mencionada por Matías del Río, como un valor positivo. Finalmente, su invitación es a que nos hagamos una pregunta profunda e íntima que, muchas veces como seres individuales nos cuesta hacernos: ¿dónde está el dolor de la DC?
Felipe Berríos fue el encargado recordarnos que, así como otras generaciones supieron la diferencia entre la “caca” y el pañal (y podían botar la caca y lavar y reocupar el pañal), estas generaciones debían aprender esa diferencia y valorar a las instituciones por lo que son en sí mismas, independientemente de “lo que contienen”. En esta cultura de lo desechable, las instituciones están siendo percibidas también como desechables y lo grave de ello radica en que son los más necesitados quienes sufrirán los efectos de un país sin instituciones confiables. Por ende, es deber de la democracia cristiana, como partido comprometido con los más necesitados, fortalecer las instituciones sociales. Nos llamó también a no transformar los problemas políticos en problemas morales y viceversa y a preocuparnos por uno de los problemas morales más graves de nuestro país: la injusticia social. Su última estocada revitalizadora fue un llamado a no confundir el pluralismo con la ambigüedad y a hacernos cargo de nuestro “apellido” de cristianos. La DC debe tener una experiencia profunda de Jesucristo, volver a sus orígenes, definir qué significa ser cristiano en el mundo de hoy y ser consecuente: “aunque ganen menos, aunque pierdan votos y aunque les apaguen las cámaras de televisión”
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